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Mi balance 2019

Se acerca el único final del que todos somos conscientes, ese final que abraza a casi toda la humanidad, un final que nos atrae nuevas metas y nos reta para dar miradas desde adentro, desde el fondo, desde nuestro centro. Un final de un año viejo, el final de 12 meses vivos, enteros, que regalaron/quitaron/enseñaron/ y nos tocaron por fuera y por dentro.

Para mí, 2019 fue un año de fuego, nunca tuve tantos finales e inicios al mismo tiempo, nunca tuve tanto miedo, miedo a despedir, a viajar, a volar, a dar bienvenidas, a que me tocaran el alma, a aprender, creo que fui como un animal de laboratorio a prueba de miedos este año.

Pero como cada cosa que pasa deja su causa y efecto, los miedos dejaron como a la orilla del rió después de una tormenta, todos los aprendizajes para recolectarlos como piedras y guardarlos en la maleta por si se ocupan otra vez.

El año en el que más he aprendido a valorar estar viva, valorar mi cuerpo, mi mente, mi ritmo de vida, mis sonidos, mis sentidos, mis movimientos, mi alma, cada piedra que me construye y me hace sentirme viva, saberme completa.

Este año trajo todos los miedos, trajo las preguntas más rechinantes para mí, me mostró mis verdades, como si me tomara de la mano me llevara a mis 25 años de vida y me recordara porque estoy aquí. Sentí que hice click con muchas cosas que descubrí y me gustaron para adoptarlas en mis nuevos ritmos de vida. Me sentí pues, muy viva, muy llena de caminos por continuar y otros por construir y otros por dejar.

Siento que este año es en el que he saludado a más personas, pero sin sentirlas, las vi tan fugaces que son pocas las que aterrizaron. Llegaron y se fueron casi sin hacer ruido. Ya estoy acostumbrada a esto, supongo, ya no le tengo miedo a despedir ahora tengo más miedo a saludar, a dejar entrar.

Las personas que se quedaron siento que estaban destinadas, llegaron de muchos mundos diferentes y suena hermoso saber que continúan cerca de mí, las puedo sentir sin tenerlas aquí, sonrió por esos encuentros que me hicieron brindar durante 12 meses.

Siempre coincidir, estar ahí en el momento justo, me genera sonrisas y un toque de amor para el alma.

Cada una de esas personas, trajeron ilusión a mi vida, me hicieron recordar e imaginar; dos cosas fundamentales para mí, porque me gustar soñar y también recordar que hay algunos sueños que ya cumplí. Pero también se llevaron mi profundidad (la manera en la que siento la vida), conocieron la parte más íntima de mí y los abrace con ella.

Mis miradas al mundo hoy son más conscientes que hace 12 meses, me conozco más y por ese motivo soy más consciente de lo que llevo dentro y puedo crear/ compartir con el mundo. Hoy me siento más salvaje que libre, más mujer que humana, más valiente, más como una loba.

Cumplí el sueño de sentirme independiente, de sentirme sin ningún rumbo, de sentirme a la orilla del abismo sin poder volar, de buscar otras maneras, de que todo por un momento fuera nuevo en mi vida, de sentirme de ninguna parte, de luchar por mí y por las cosas que me interesan, di a luz a varios proyectos que dieron vida a mi alma y a mi mente, los mostré como una creación de vida, algo que habitara el mundo, mi mundo y generara mas vida, sigo cumpliendo el sueño de que paco me acompañe en todo este recorrido por la vida, de ir encontrando a la manada, de escuchar con otros oídos, de llegar a lugares nuevos, de tocar otras montañas, de imaginarme en nuevas vidas, pero también de llegar a mi hogar porque el hogar para mí, sigue siendo donde estar mis padres, los míos, como volver a la cueva y volverme a contar todo lo que viví como una película.

Así que de a poco volveré a sembrar semillas de nuevos miedos y de los viejos, sintiéndome más valiente, para seguir buscando a nuevos integrantes de la manada, buscare otros lugares para ser y recordar, buscare otros ritmos para bailar con la vida. Hasta el punto de querer regresar al hogar y volver a la cueva y contármelo todo otra vez.

Reconozco y me abrazo, mi valentía es lo que me sorprende cada día. Me reconozco lo salvaje de mi alma y lo grande de mis sueños, me reconozco el amor por lo profundo y real, me reconozco mujer y también salvaje.

Desde aquí, lo grito fuerte. 2020 será un año grande, porque lo estoy cargando con cosas esenciales y puras. Un 2020 purificado, solo con lo real, lleno de todo lo nuevo. Será un año que abrazara solo la vida y todo lo más bello.

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