Los días han pasado, entre lo verde, entre viejos árboles, entre nuevos encuentros, entre cascadas de sentimientos, entre lo natural y lo cotidiano y entre la vieja y nueva yo.
Sigo respirando bajito, sigo sintiendo fuerte, intentando que la comunidad que he formado dentro de mí, se mantenga, fuerte y tranquila. Lo intento, me lo juro, cada día hablo más conmigo misma, soy más consciente de lo que me pasa, término los quehaceres del mundo ordinario y me pregunto, Karla, ¿Cómo estás? ¿Qué sentiste después de hacer esto y esto y aquello?, en realidad quieres comer esto o te hará mejor comer esto, o quizá nada y le des más tiempo para pensar a la ansiedad.
Cuestiono si todas las cosas que hago en el día son importantes, movimientos, pensamientos, rutinas. He pensado que ir al baño con el celular es estúpido, poco a poco cambio esos actos, me levanto del otro lado de la cama, hago cosas nuevas, he mirado más por la ventana, me doy los buenas días, tomo otros tipos de té, leo más, tengo nuevas rutas en el día, estoy intentado estar más presente en otros lugares y formas, en otros mundos.
Estoy dialogando con la vieja yo sobre su retiro por un tiempo, intentando que regrese solo cuando la necesite o cuando me sienta borrosa, sin fuerza y ahí que entonces llegue, pero no ahora, no ahora que estoy curiosa, que estoy intentando, que estoy navegando.
Quiero que me deje seguir, conocer más mi intuición, equivocándome menos o al menos equivocarme más consciente, no quiero los mismos errores, de ellos aprendí lo que aprendí, quiero descubrir otras nuevas formas de someterme al cambio, de sentir que vuelo aunque pueda caer.
Esos son mis días desde hace unos días. Constantes enfrentamientos con mi vieja y nueva yo.
Pero me siento bien, me siento consiente, me siento presente.
¿Y paco? Paco esta entre todo esto, para darme sostén, para darme paz y permitirme seguir. Paco está aquí, cerquita calentándome la vida.