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Día 3: El movimiento

En marcha, así me siento.

Estoy cumpliendo metas pequeñas, para tocar más el hoy, me lo prometí, me lo debo.

Trato de confiar más en mí, en mis procesos, en mis tiempos, en lo que llevo dentro. Me he puesto en marcha.

Me siento bien, avanzando, con un ritmo bonito de vida. A-p-r-e-n-d-i-e-n-d-o mucho y con humildad. El “hacer como que no se nada” me ayuda, estimula de nuevo el asombro por cada momento. Escucho más a las personas, guardo silencio, hago que otras partes de mi cuerpo entiendan, sientan y se compartan.

He perdonado a todos y a todo aquello que debía ser perdonado. A eso que debía morir en mis recuerdos malos. Lo he hecho. Ahora que soy totalmente consciente de eso, lo comparto.

Perdone. Me perdone. Tengo los ciclos cerrados y los nuevos bien abiertos.

Me siento como en la orilla del mar todos los días. Contemplado lo que viene pero disfrutando la brisa.

Los pasos que he dado en esta vida, me están acercando al lugar que sueño. Estoy creando ese sueño en constante movimiento.

Estoy coincidiendo con personas y con momentos adecuados. Los siento cercanos, como calientitos, como ricos para el alma.

Y eso es, sentirme bien y feliz con lo que he caminado. No cambio nada.

Ahora (después de perdonar) que es un proceso muy largo, estoy entendiendo que todo paso para no quitarme del camino, que cada paso fue (aunque con dolor y sin querer) fue para llegar hasta aquí. Y lo vale, lo vale porque soy feliz, porque me siento bien con la vida, en sintonía, “en el mismo baile”

Estoy escribiendo todos los días, estoy más presente conmigo misma. Estoy tejiendo comunidad con mi cuerpo, con todo lo hay dentro.

¿Y tú cómo vas?

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