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Día 1: Día de lo pequeño

  • Karla Solís
  • 26 ago 2019
  • 2 Min. de lectura

¿Se han puesto a pensar la cantidad de personas que siguen sin creer que las abejas nos regalan la existencia en este planeta? Pensar en lo pequeñas que son, nos hace imaginar lo poco que crean, que trasforman, porque casi siempre ligamos el tamaño con la magia que se puede causar.

En general, siempre le damos un valor muy bajo a lo pequeño. Y creo que sin ser consciente dentro de esas personas estoy yo.

Minimizando lo que habla mi cuerpo, lo que dice mi cara, lo que dice mis ojos, lo que digo cuando me callo. Hoy, desde que me levante lo sentí.

Hoy recibí visitas en casa que tenía mucho tiempo sin ver, me dijeron algo sobre mis viajes y me dieron una opinión, antes de que yo respondiera, esa persona me dijo “pero no te enojes”, una frase que he escuchado varias veces en distintas personas. Me quede callada y quise asimilar si estaba enojada, y en realidad no, no lo estaba y pensé… en realidad conecte con mi cara y muy muy dentro de mí, me cuestione… ¿Qué comunica mi cuerpo?, ¿Tan separada estoy de el que no sabemos coordinar?, y sí. Creo que eso pasa, o no, o sí.

Y aquí va mi mini conclusión:

Hace uno días leí esto; “estas enseñanzas iniciales a “ser amables” induce a las mujeres a pasar por alto sus intuiciones., en este sentido se les enseña deliberadamente a someterse al depredador”.

Será que siempre debemos mostrar algo que no sentimos, solo para ser “amables” ¿Y nuestra naturaleza?

En la situación en la que estuve, no sentí en ningún momento que tenía que sonreír o mostrarme enojada, simplemente era una charla simple. Y volví a cuestionarme, ¿estoy mal por eso?, mal por no sonreír y mostrarme empática todo el tiempo.

Y ahí llegue a otra conclusión.

Toda mi vida sufrí por “mostrarme transparente” con cualquier persona soy como soy, jamás hice algo o le sonreí a alguien aunque no quisiera y creo que eso me ha llevado hasta donde estoy.

Con las personas esenciales en mi vida y rodeada de mi presente.

Y aunque me gustaría arrepentirme y decir que soy la persona más agradable, creo que es momento de aceptarlo, solo soy, pero mala se los juro que tampoco.

Y la lucha con el día a día y con cada persona termina cuando TE ACEPTAS.

Aceptas tus formas, tus movimientos, tus gestos, el actuar de tu cuerpo.

Cuando sabes que aunque sonrías poco, también esa sonrisa crea demasiado, cuando muestras felicidad y muestras esa lindura que llevas dentro “aunque sea poco” también crea demasiado.

Y es ahí cuando lo pequeño, lo que casi no se ve pero si, vale mucho la pena y es igual de bonito, como las abejas.

 
 
 

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Karla Solís
Viajera, amante de la naturaleza y los animales. 
Una fiel admiradora de los cambios que construyen 
nuevos mundos.

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