Guantanamera

Desde hace unos días Paco y yo regresamos de U.S.A una experiencia muy fuerte y con muchísimos sabores. Ahora nos hemos dedicado a disfrutar los rincones de nuestra casa, de comer, desayunar y cenar sin contratiempos con los seres que tanto amamos, prepararle él tè a mi madre y compartir el tiempo con mi padre, ¡los extrañamos tanto estos meses!

Y también aprovechamos el tiempo para preparamos para viajar por México con nuestra amiga Eney que nos visitó desde España.

Fueron días acomodando tiempos y lugares, paco y yo queríamos que nuestra amiga Eney se sintiera como en casa y que conociera lugares hermosos en México.

Decidí viajar sin Paco a este bello destino. Sentía que necesitaba estar sin él y así darnos ese espacio que muchas veces no nos damos cuenta que necesitamos.

Así que, de a poco empaque y tome la ruta sin él.

Me sentí como su decidiera irme a otro planeta (se los juro).

Eney y yo, viajamos a Oaxaca.

Recorrimos algunos sitios de este bello estado. Las playas de Oaxaca siempre terminan purificando los sentimientos, la ciudad de Oaxaca te abre la creatividad y te inspira para cosechar nuevas semillas. Es el lugar donde encuentras los rasguños, cicatrices viejas, las raíces de casi todos los problemas, de todo lo que va en contra de tu naturaleza.

Deje de pensar que estar sin paco es malo, es absolutamente sano, para él y para mí.

Y como en casi todos los reencuentros, extrañarnos, para vernos con más ganas.

También nuestra amistad es complicada si estamos todos los días juntos y soportar un viaje en USA en donde estábamos casi todos los días juntos, fue demasiado.

También paco y yo necesitamos despajarnos para poder volver a vernos.

Las cosas fueron así y no me arrepiento, no fui cruel, fui consciente en todo momento que estar solos sería algo nuevo y mejor para nosotros.

Estuve poco más de una semana viajando sin él y no voy a mentir, lo extrañe, lo eche mucho de menos y más aún cuando tu forma de viajar siempre es con tantos contratiempos, viajar con paco es tenerla “difícil” en cada momento por la falta de cultura petfriendly que existe en nuestro país.

El sentir que todo iba bien, que casi todas las cosas nos salían bien, me hacía sentir la necesidad de encontrar un poco de aventura en nuestro viaje, más sabor, más miedo, más incertidumbre de no saber lo que pasaría al día sig. Con paco siempre estoy expuesta a la vida y en ese viaje tuve sensaciones diferentes.

Sensaciones que no había logrado canalizar en otros viajes.

Sobre todo porque ya no soy Karla una mujer “normal”, que viaja con hostales en mente y billetes de autobuses reservados. Desde que viajo con paco todo suele ser en el instante, ahora me cuesta vivir en la comodidad/seguridad al viajar. Me convertí en aquella loba, en aquella casi mujer salvaje.

En ese viaje comencé a leer “Mujeres que corren con lobos” que estoy tocando ahora con cada fibra de mi alma, ese libro me hizo un llamado, a buscar, buscarme en mis otros seres, en la mujer salvaje, en la loba que habita en mí. Y aunque tardare mil años o poco menos en entrar a ese mundo en medio de otros mundos, quise comenzar a encontrarme con la mujer salvaje.

Oaxaca fue el mejor de los inicios para comenzar a leer ese libro, una buena sacudida.

Y en ese momento supe que la decisión de haber dejado a paco en casa, me funciono. Me hice consciente de la mujer viajera y salvaje que soy, conocí la forma en la que me gusta viajar, y aunque mi conocimiento y el camino hacia la mujer salvaje no ha terminado, me alegra que haya comenzado.

Ahora soy consciente de todo lo que me falta aprender como mujer y sobre todo de la riqueza de sumergirse en el viaje con otra piel. Comenzar a rascar y escavar para encontrar a “la loba” “ la mujer salvaje” “la que sabe” . (para quienes han leído este libro saben de lo que hablo y para quienes les rechine pero no han leído, léanlo) .

La compañía de Eney fue vital para sacudirme, somos amigas pero somos muy diferentes, ambas estamos aprendiendo, ambas queremos comernos la vida y apostar por la libertad en todas sus formas. La riqueza de sus palabras y su alma, me brindo nuevos ojos y una luz especial para contemplar aquello que me falta.

Dos humanas, dos almas sintiendo el poder de las raíces de tanta cultura que habita las calles de Oaxaca, riqueza natural, la riqueza de lo profundo, del origen, respirar a fondo y sentir las raíces escondidas por miles de años atrás.

Caminar con los pies descalzos y sentir el rugir de este planeta.

Hierve el agua, Mazunte, Zipolite, Ciudad de Oaxaca, San José del pacifico, quedaron ya tatuados en este paso gigante que estaremos dando en nuestra tiempo en la tierra.

Sabernos de otros mundos, saber que crecimos tan lejos una de la otra y estos pasos, estas “causas y efectos” “estas casualidades” “estos encuentros” “este destino” “ese algo que te hace estar ahí con ese alguien en algún lugar del mundo” no se equivocó, ella y yo teníamos que estar ahí, compartiendo y soplando el sabor de estar vivas en las montañas de Oaxaca.

Amistades que duraran la eternidad en este mundo o en otros.

Así con este sabor a vida, a humanidad, les contagio lo que se siente no tener miedo a conocerme más, aunque no me guste y aunque duela. Un viaje siempre “acomoda” siempre “renace” todo aquello que diste por muerto. Y es momento del reencuentro, de vernos cara a cara con todo aquello de desconocemos y llevamos dentro.

Agradezco infinitamente a la vida por todo lo que cada día pone cerquita de mi alma.

¡Que vivan las amistades así! Tan llenas de todo y desapareciendo océanos que nos separan.

“Cada vez que alimentamos el alma, garantizamos su desarrollo” Una frase que quería compartir con ustedes del libro que está transformándome.

Karla.