El mes de lo lejano, de aceptar distancia, de sentir en otro idioma, de soñar cruzando océanos, de cuestionar el movimiento, nuestros movimientos, ¿para qué y por qué nos movemos? ¿Por qué tenemos que movernos tan lejos y sentir tan cerca?
La vida nunca fue tan efímera como este mes. Me sentí viento, tan pasajero, tan ligero, tan casi a punto de llegar e irme al mismo tiempo.
Decir adiós, fue un constante movimiento y aceptarlo un constate acuerdo. Casi olvido que soy una especie en viaje.
Mientras viajo afuera, viajo adentro. Necesito darme aire, fuerza, el té con el abrazo de cada mañana, escucharme en el hoy , darme tiempo, escuchar a la distancia, comprender mis miedos, darme letras, abrirme con mi cuerpo, darme el presente que es conmigo y conmigo va.
Darme los kilómetros y con ellos la esperanza del regreso, darme el vuelo para vivir sin repetir. No quiero dos días para vivir. No quiero los lunes para iniciar y los viernes para terminar.
Quiero ponerme cada día en mis pies y que ellos me inviten a volar. Vivir hasta que se acabe la raíz.
Muévete, lejos, cerca, lejos, cerca, de aquí y hasta allá, a lo grande, a lo inimaginable.
Hoy,
Necesito,
Darme los desiertos,
los ríos,
los mares,
lo que no puedo tener,
lo que solo puedo sentir,
para dejar de pensar.
Buscando oxígeno, encontré sueños.